Somos Álvaro y Sofía, nacimos el mismo día en el mismo sanatorio. Eso es lo más raro y especial de nuestra pareja y capaz por eso nos invitaron a dar este testimonio sobre nuestra familia.
Nuestro proyecto de familia lo vivimos desde el inicio con alegría e ilusión, pero también se fue encontrando con dificultades: hemos pasado por épocas de renuncias, como cuando Álvaro deseaba hacer un posgrado en el exterior tras recibirse de ingeniero, mientras Sofía todavía tenía varios años por delante en medicina. También por épocas de negociaciones, ya que cuando los niños eran muy chicos y demandaban una presencia constante, debimos congeniar nuestras actividades laborales con la presencia en el hogar y distribuir las tareas entre los dos. Y épocas que nos movieron el piso: mientras estábamos esperando a nuestra tercera hija, tuvimos un accidente grave en el auto que nos dejó muy conscientes de nuestra fragilidad. ¡Y claro que nombramos solo algunas!
Ante una tarea tan gigante como formar y mantener este proyecto, no estuvimos solos: nuestras familias, los grupos de amigos de cada uno, parejas y familias amigas pasando las mismas etapas. También nos ayuda mucho compartir la misma comunidad de CVX (Ixtys), donde hemos dedicado muchas reuniones a revisar (con el método de Revisión de Vida) aspectos de nuestros vínculos, economía y estilo de vida familiar. Los Ejercicios Espirituales han sido claves, al principio para discernir nuestra vocación de formar una familia; y después, muchas cosas más, como encontrarle sentido a hacer las tareas cotidianas, que menos lucen, con amor… “el heroísmo de lo cotidiano”. El taller “El Reloj de la Familia”, del cual participamos y luego colaboramos para reproducir, nos ayuda a recuperar la memoria agradecida de nuestra historia y a reformular nuestro proyecto.
Pero de todas las herramientas, queremos destacar una: ir a misa juntos. La misa es para nosotros una oportunidad semanal de volver a sentirnos llamados a esta Misión (y a otras), encaminar lo que se está desviando y sentirnos amados incondicionalmente por un Dios que no nos deja nunca solos. Primero íbamos de novios, después con bebés, luego con muchos juguetes para que los niños se quedaran quietitos en el banco y ahora que nuestros hijos tienen 15, 13 y 10 años es un momento más lindo aún. A veces vamos medio enojados, peleados o acelerados, y siempre salimos queriéndonos más, pidiendo disculpas por algo y tratando de seguir mejor a un Dios tan bueno.
Cuando a los 25 años nos casamos, percibíamos que nos metíamos en un baile más difícil de lo que parecía. Pero sentíamos que, si estábamos unidos a Aquel que nos llamaba a la tarea, podía llegar a ser posible. Por eso la lectura que elegimos en nuestro casamiento fue “¿Quién nos podrá separar del amor de Dios?”. Y por ahora, ¡va siendo posible gracias a Su apoyo!
Sofía Bergeret y Álvaro Banda (IXTYS)
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