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El plato de comida como una excusa de acercamiento

A raíz de esta pandemia fue que afloraron muchas Ollas populares que permitieron que mucha gente pueda, a pesar de la crisis económica que se desató, recibir un plato de comida. Sin embargo, estas necesidades de tantas personas en situación de calle y/o con vulnerabilidad social no es novedad.


Desde el 2016 integro una comunidad de CVX dentro de la Parroquia San Ignacio y ahí escuché por primera vez sobre el funcionamiento de la Olla. Ésta comenzó como un servicio del Colegio San Ignacio brindando un espacio de encuentro con esta población. Al día de hoy, ya funciona en sinergia con la Olla del Seminario integrando el proyecto Ollas, dentro de los apostolados del Hogar de Cristo, con una propuesta de tres jornadas semanales. Lo que más me atrapó es que siempre recalcamos, durante estos años de trayecto, que el plato de comida es una excusa para acercarnos a quienes nombramos comensales y poder compartir un rato ameno. Lo cual colaboraba con mi búsqueda de reafirmar los valores que la espiritualidad ignaciana nos ha ido inculcando, enfatizando en la alegría y empatía, así cómo en el en todo amar y servir.


Al igual que a muchas otras actividades, la emergencia sanitaria nos desafió enormemente, dado que el servicio que brindamos lo encontramos de primera necesidad pero el miedo y la incertidumbre nos paralizaba. Sabíamos que no era viable continuar funcionando de la manera que lo veníamos haciendo, compartiendo el espacio con comensales, jugando juegos de mesa y guitarreando en comunidad. Pero tampoco era viable suspenderle a estas personas el plato de comida, y menos en estas circunstancias.


Para el 2020 yo había asumido el rol de coordinadora de pastoral y se me dificultaba llevarlo adelante sin los “ratitos de oración” que compartíamos cada jornada con comensales. La pastoral comenzó a acompañar más al equipo voluntario en esta búsqueda por intentar dar lo mejor sin exponernos demasiado ni exponer al resto. De esta manera comprendí también lo consolador que podía resultar para el otro en estos tiempos de tanta incertidumbre y desesperanza, una viandas de guiso calentito acompañada de unas palabras de aliento.


Por lo tanto, decdí sumarme a quienes ya estaban saliendo al encuentro, dado que no

estábamos en condiciones de recibir gente en las instalaciones que tan generosamente nos presta la parroquia para llevar a cabo el servicio, decidimos salir a las calles a entregar las viandas y compartir un encuentro breve. Comenzaron los protocolos para cuidarnos y cuidar tanto al equipo voluntario cómo a cada comensal que nos encontrábamos. Y así fue que fuimos formando esta nueva versión de Olla que llevamos adelante hoy. Poco a poco nos fuimos amoldando a este cambio y organizando para poder dar más y mejor.


Si bien la modalidad de Olla ambulante que tenemos hoy y desde inicios del 2020 no es la que más me enamora, dado que el trato es menos cercano, conseguimos llegar a muchas más personas. Multiplicamos hasta 5 veces los platos semanales respecto a años anteriores. Es decir, gracias a esta nueva modalidad logramos llegar a un montón de gente a la cual anteriormente no llegábamos, y eso nos motiva y nos da fuerzas para seguir.


Este año me tocó acompañar desde la coordinación del equipo de voluntarios y voluntarias, animando a muchas personas a que sigan apostando por este proyecto tan lindo y a muchas otras a qué le dieran una oportunidad. La verdad es que a muchas la situación actual les despertó algo dentro que las llamaba a acercarse y dar una mano. Por eso en este 2021, el equipo de la Olla se mantiene en constante crecimiento y aprendiendo en conjunto a dar su mejor versión.


Confío en que ante las adversidades de estos tiempos este proyecto se mantenga fuerte, luchando cada día por hacer lo que esté a nuestro alcance para hacerle la carga menos pesada a nuestros hermanos y hermanas.


Virginia Braga (Manere)


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