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La gratuidad como forma de vivir

A partir de los textos de este domingo voy a compartir algunos comentarios, preguntas y pensamientos que me surgieron y que fueron enriquecidos por mi Comunidad Syrah.


En primer lugar, relacionado a nuestra comunicación con el Padre, tenemos un vínculo y un diálogo en el que, por momentos, nos negamos a escuchar o nos resistimos a entender... ¡No desfallezcamos! La Carta a los Hebreos (4, 12-13) menciona que la palabra de Dios “…es viva y eficaz…ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu...”. Es clara, fuerte, penetrante… por lo que el foco y la invitación quizás tendrá más que ver con nuestra disposición y nuestro ejercicio cotidiano de disponibilidad a la escucha.


Lo segundo es sabernos instrumento de este mensaje, desde la humildad, pero con la confianza y la responsabilidad de llevar la Buena Noticia a otros: es parte de nuestra vocación y nuestro Padre nos inspira y acompaña. Este mensaje puede ser esperanzador, positivo o también duro y provocativo pero tendiente a la mejora y a la conversión. Ojalá no seamos perezosos, no nos cansemos de intentarlo los cristianos que estamos llamados a influir positivamente.


La lectura del joven rico (Mc. 10, 17-27) es impactante. Se presenta como una persona que ha intentado seguir los mandamientos desde joven, se podría decir que cumple alto porcentaje si pudiéramos medir el “cumplimiento cristiano” y Jesús lo coloca en un cruce de caminos por lo que le falta… por este ¡“pequeño porcentaje”!


¿Qué tan grave puede ser? ¿Por qué ese “pequeño porcentaje” lo cambia todo?


Es que el medidor de cumplimiento parece ser algo más humano que cristiano. Ese mismo medidor que no explica lo que sucedió con unos obreros en una viña (Mt 20) en el cual quienes trabajaron todo el día recibieron la misma paga que quien trabajó solo una última hora.


La invitación es radical, “¡Sígueme!”: no alcanza con “cumplir” un porcentaje porque tiene que ver con la gratuidad como forma de vivir intentándolo. Esa misma gratuidad que se nos regaló dándonos la oportunidad de la vida, la posibilidad de tener dones, fortalezas, capacidades, son un legado que nos llama a compartirlas, a ser generosos con lo que “tenemos” en todo sentido.


Pero además es una verdadera pena, el joven rico se enredó con aspectos, dimensiones, cosas o situaciones que nos entreveran y nos hace peores personas. Todos tenemos parte del joven rico, ¿qué será lo que le toca a cada uno? Los invito a ponerle nombre a lo que nos cuesta.


R. Warren dijo: “no importa la duración de tu vida sino la donación de la misma. No se trata de cuánto tiempo viviste sino cómo lo hiciste”.


Para Dios nada es imposible. Que tengamos la bendición de escucharlo y la decisión de seguirlo.


Álvaro Goñi (Syrah)


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