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A dos voces

Las palabras de Jesús en este evangelio parecen dichas hoy.


PARA SERVIR Y DAR LA VIDA


Mc 10; 42-45.


“Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes saben que aquéllos a quienes se consideran gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.


Las palabras de Jesús en este evangelio podrían ser dichas hoy. El camino hacia la construcción del Reino está claro desde hace miles de años. Sin embargo, los seres humanos conociéndolo, caminamos por sendas diferentes.


¿Cómo sería un mundo donde los gobernantes sean la voz de los débiles, de los maltratados, de los oprimidos? ¿Cómo sería un mundo donde lo económico no esté por encima de lo humano? ¿Cuánto habría durado la pandemia si las vacunas no se hubieran administrado con este criterio? ¿Cómo viviríamos los seres humanos si tuviéramos la mirada puesta más en el otro que en nosotros mismos?


La respuesta a todas estas preguntas puede ser desesperanzadora si pensamos que no es posible, que el mundo nunca podrá funcionar con esa lógica. Sin embargo, Jesús nos da la respuesta, nos muestra el camino. Nos llama a servir como cristianos y a dar la vida. Está claro que no es fácil, y muchas veces quedamos con la mirada puesta únicamente en nosotros mismos y en nuestros problemas. Dios nos invita a levantar la mirada y ponerla en el otro. ¡A empezar todos los días de esta manera!


Carolina Esteves (Gracia Jhesapé).

 

Aceptar o transformar…


La lectura que leemos hoy, la presenta la Iglesia el domingo siguiente al Evangelio del “joven rico”. Creo que esto tiene un sentido muy claro, al menos para mí…


En una vemos a un joven que quería seguir a Jesús, pero quizá (como muchos de nosotros) lo hacía desde un empuje y una convicción que no le permitía jugárselo por completo. Por otro lado, en la de hoy, nos encontramos a Santiago y Juan (hijos de Zebedeo) totalmente convencidos de seguir a Cristo («Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria»). Esta forma de plantarse ante Jesús, resalta la cercanía y la apertura en el diálogo con Él, como muchos hemos experimentado o desearíamos experimentar con frecuencia.


Sin embargo, como muchas veces nos sucede, la respuesta de Jesús nos desconcierta, pues ese Jesús todo poderoso que parece saberlo y dominarlo todo, asume algunas cosas como dadas. Entonces, nos encontramos ante la aceptación humilde de algunas realidades como son, donde no debemos buscar transformación sino aceptación («… no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados»).


Por otro lado, al regresar sobre el Evangelio del “joven rico”, Jesús nos invita a comprometernos con nuestra transformación («Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme»). En suma, Jesús nos separa de la preocupación e interés por el poder y por quién será el más importante, para centrarnos en aceptar algunas realidades como son (o más bien como don) e invitándonos a actuar en nuestra trasformación.


Álvaro Banda (Ixtys).

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