Voy a comenzar este compartir por el final, que es más un inicio que otra cosa, pero resulta fácil empezar por acá, paso a explicarme: formamos una red de apoyo de jóvenes de CVX, me arriesgaría a decir los primeros pasos de una frontera joven latinoamericana consolidada. ¿Cómo pasó? A eso voy.
Entre el 11 y el 14 de noviembre tuve la gracia de participar del Encuentro Latinoamericano de Jóvenes CVX, donde nos encontramos Colombia, los anfitriones, Brasil, México, Chile, Guatemala, Argentina, El Salvador, Paraguay, Puerto Rico, y por supuesto, Uruguay. Algunas culturas mas distintas, otras mas parecidas, unidas por una misma fe, espiritualidad, estilo de vida y sentimiento común de reconocernos Latinoamérica.
Tres palabras pueden resumir bien este encuentro, aunque se quedan cortas, “comunidad”, “trabajo” y “esperanza”.
La primer palabra es de la cual se desprenden las otras dos. Desde el minuto 0 se dio un compartir honesto, sensible y humilde, risas, abrazos y catarsis. Quien lo viera de afuera podía asumir que nos conocíamos de antes. Dispuestos al encuentro, incluso antes de empezar la jornada, ya estábamos pensando como colaborar unos con otros, que dificultades, desafíos y como sentíamos la realidad de cada país. Lo que siguió no podía darse de forma mas natural. El resultado nos sorprende, ilusiona y apasiona, pero al mismo tiempo no tiene mucho de sorpresa para quienes estuvimos ahí y asumo que para quienes fueron testigos y acompañantes tampoco.
Fueron jornadas intensas de trabajo, de oración, de conversación espiritual, de asamblea, de soñar, de exigirnos y ser exigidos. Pero nosotros sabíamos lo que queríamos, trabajar juntos y apoyarnos mutuamente. Necesitábamos darle forma.
Se habrán dado cuenta que no estoy contando sobre el día a día o cómo eran las jornadas, porque mi intensión es transmitir la pasión y el compromiso con el que vivimos esta instancia y con lo que volvimos cada uno a nuestras respectivas comunidades. Acá es donde entra esa ultima palabra: esperanza. Estando en Bogotá me daban vueltas por la cabeza los versos de una canción, que muchos conocerán, que canta “hay algo que sigue vivo, se renueva la ilusión”, versos que compartí y que llegué a mandar al CEN por WhatsApp, porque así lo viví.
De alguna manera fue un renovar mi fe y mi opción por CVX, continuar rompiendo el cascaron de la propia comunidad, la comunidad nacional e ir un paso mas allá. Sentirse en comunidad con gente tan distinta y al mismo tiempo tan parecida a uno. Si, sigo con mis faltas, mis incoherencias y mis distancias. Pero con un nuevo compromiso de que a los jóvenes un poco mas grandes y a los jóvenes que van entrando a la comunidad nacional no solo compartirles sino crear con ellos esa CVX propia, darle esa forma que quizás todavia no sabemos que queremos o que no podemos expresar del todo. Apropiarnos y co-construir.
Hay una historia anterior a nosotros que fue la que le dio forma al lugar que nos recibió. Toca (re)conocerla, (re)aprenderla, (re)agradecerle, y tambien discutirle, pelearle, transformarla, adaptarla a nuestras nuevas generaciones. Saber de dónde venimos, donde estamos y caminar hacia donde sople el Espíritu.
Hoy contamos además de con una Frontera Joven local, con un equipo internacional en el cual apoyarnos, pedir ayuda, llevarle la contra, cada vez más se van dando las condiciones para que metamos las manos en el barro. Soñamos trabajar para, pero sobre todo, CON los jóvenes.
Esta red apoyo se propuso trabajar en clave de las cuatro P “pequeño, poco, posible y progresivo”, y agrego, pero sin dejar de soñar. Trabajar desde lo factible para sobre esos cimientos construir cosas aun mas grandes. Estamos super entusiasmados y ya estábamos trabajando ¡se vienen cositas! Estén atentos.
Para cerrar, dos cosas, contarles que esta red actualmente está siendo coordinada por 3 de los delegados que asistimos al encuentro, siendo actualmente Chile, Paraguay y URUGUAY, quienes de alguna manera lideramos esta comunidad itinerante, y junto a los delegados de los demás países participantes llevamos adelante este espacio. Quedan países por invitar y ampliar esta red a las fronteras o delegados jóvenes de cada localidad, pero sepan que este se viene en grande y contamos con que más jóvenes se sumen a colaborar con nosotros.
Y, por último: a veces, los jóvenes, nos sentimos solos, nos cuesta motivarnos entre nosotros, chocamos con el mundo adulto, sentimos pereza y desesperanza. Otro verso que me daba vueltas y me hacía arder el corazón “creí que estaba solo y no era cierto”. En estos tiempos mundialisticos puedo decir con plena confianza que “hay equipo”, que hay ganas de trabajar, de soñar, de enfrentar frustraciones, de fomentar el diálogo entre nosotros e intergeneracional. Parafraseando a un youtuber que me gusta mucho: trabajemos, trabajemos duro, pero nunca dejemos de soñar.
Gurisada, si Dios nos invito a este espacio, es porque vale la pena.
Santiago Freire (Tabor)
Comentarios