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Foto del escritorCVX Uruguay

Misionar… un estilo de vida

Mi nombre es Victoria, tengo 21 años, y formo parte de una pre-comunidad de CVX desde el año 2021. Recientemente culminé un ciclo de la Misión San Francisco Javier que se desarrolló de 2020 a 2023 en la diócesis Maldonado – Rocha – Minas.


La Misión San Francisco Javier es una experiencia de una semana, en conjunto con otros cristianos que vienen de distintos núcleos tanto de Uruguay como de Argentina, donde cada grupo visita un barrio para conocer a las personas y sus realidades, y para compartir la Buena Noticia. Mediante el recorrido casa por casa y familia por familia, se invita a la participación de talleres divididos por edades para compartir un encuentro y transmitir nuestras experiencias de vida y de Dios, con el objetivo de lograr un sentido de pertenencia de las personas del barrio a la Iglesia, compartiendo también la eucaristía.


Al inscribirme el primer año a la misión, no sabía qué era lo que me esperaba, no conocía, no sabía misionar, no entendía bien qué era lo que íbamos a hacer; pero tengo una máxima que repito en mi cabeza siempre a la hora de tomar este tipo de decisiones que es “déjate sorprender”. Es ir con el corazón abierto a donde Dios nos llame, sin racionalizarlo, a ver qué es lo que tiene Él para nosotros cada vez. Es ir a no reservarnos nada, a vaciarnos completamente, con el mero objetivo de dejarnos llenar por Dios. No reservarnos en el sentido de dar todo lo que tenemos para dar, regalar nuestros dones al prójimo, compartirles la Buena Noticia y llenarnos de sus vidas y testimonios, de sus alegrías, de sus dolores, de sus heridas.


Descubrí que misionar no significaba solo ir a hablar de Dios, significa compartir la vida, caminando juntos en el camino de Dios, viviendo al modo de Jesús, ese modo de amar tan incondicional que no mira el pasado de las personas, ni sus acciones, que no juzga, que ama por el simple hecho de amar, porque Dios nos crea para amar y ser amados. Porque misionar no es una actividad esporádica que vivimos cuando participamos de este tipo de actividades, misionar es una forma de ver al mundo, es un estilo de vida.


Misionar no es solo compartir el evangelio, misionar es vivir el evangelio. Es rezarlo por la mañana, trabajarlo en los talleres por la tarde, y ver a Dios hacerse evidente en las personas con las que compartimos. En la sonrisa de un niño, en el testimonio de un joven o un adulto, en un gesto de un compañero misionero. Es ver como un niño te dice que no puede entrar a la capilla porque él no sabe hacer eso que todos hacen al entrar, y es sentarse a su lado y explicarle cómo hacemos la señal de la cruz, y que todos la podemos hacer porque todos somos bienvenidos en la casa de Dios, porque también es nuestra casa.


Entre las cosas más hermosas de la misión está también la dimensión comunitaria, convivir esa semana con tus compañeros misioneros, escuchar sus historias, conocer sus vidas y experiencias de Dios. Ver a aquellos con más experiencia para aprender de ellos, y ver a quienes no tienen tanta experiencia aprender y compartir a un Dios nuevo, un Dios vivo. Conocer cómo otros ven y viven a Dios es de las cosas más ricas que hay para el proceso personal de cada uno, pero más importante, para el proceso grupal como comunidad misionera, porque conocer al otro en lo más profundo, es esencial para entenderlo y acompañarlo. Y en esto vuelve aquello de no guardarnos nada para nosotros mismos.


Uno llega a la misión, pronto para compartir y dar todo lo que tiene para dar, pero se encuentra con algo que no esperaba. Nos encontramos con que por más que demos y demos, nunca podremos dar tanto como lo que recibimos, porque el barrio que nos recibe nos recuerda lo que es la gratitud, que a veces en nuestro día a día lo olvidamos, o lo pasamos por alto. Esa gratitud tan auténtica y real, es lo que nos muestra a ese Dios vivo presente en todas aquellas personas, a ese amor de Jesús incondicional. Una gratitud que nos enseña a vivir a raíz de ella. Porque para amar, hay que agradecer, y para agradecer hay que vivir atento al otro y a Dios. Es este, el estilo de vida del que hablo.


Victoria Bonilla

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