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Predispuestos al don

El Evangelio de hoy nos pone frente a una realidad que solemos dar por obvia u olvidar por completo: Dios se ocupa por nosotros y se pre-ocupa lo que nos pasa en nuestro día a día. Este Evangelio de la multiplicación de los panes nos dice eso, en nuestra necesidad está Dios buscando ayudarnos a hacernos cargo de la misma y poder superarla.


Estas actitudes de Dios reclaman, de parte nuestra, dos actitudes fundamentales: por un lado, predisposición y por el otro Fe.


El milagro “necesita” de la predisposición del niño que aporta sus panes de cebada y sus peces. Nos exige estar predispuestos a dar lo que tenemos, sea mucho o sea poco; sea de alta calidad o de una calidad mediocre, para que con ello se pueda construir el Reino. Si no estamos dispuestos a dar lo que tenemos, y con eso darnos a nosotros mismos; si no estamos dispuestos a “hacernos cargo” no hay Dios que pueda ayudarnos a superar nuestra necesidad. Si no estamos predispuestos, Dios no nos puede forzar a aceptar la Gracia, a aceptar el Milagro.


Por otro lado, el milagro “demanda” la Fe, la Fe de sentarse a esperar, habiéndolo puesto todo, a que Dios obre y sean otros los que se encarguen de dar de comer, sean otros los que me ayuden a superar esta necesidad. Esta Fe que se nos “requiere” es la de saber esperar los tiempos de Dios habiéndolo puesto todo a su disposición y la de saber confiar en los otros pudiendo sentarnos y salir del lugar de protagonista. Si el niño hubiese dicho “te doy los panes y los peces, pero después soy yo el que los reparte” en vez de sentarse en la hierba con los demás, distinta hubiese sido la historia.


El Evangelio de hoy nos invita a estar predispuestos al don, a tener Fe en el obrar del Señor y a tener confianza en el actuar de los otros; y desde allí abrirnos a la experiencia providente de dejar que Dios se ocupe y se pre-ocupe por cada uno de nosotros.


Joaquín Tabera Sj


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