Después de dejar decantar, paso a contar la experiencia de la Asamblea de Consejos Ejecutivos Nacionales de la Región Latinoamérica y el Caribe - CENAL.
Como toda experiencia, siempre se involucra lo personal y afectivo. Les soy sincera, fui con la mente distraída, sentía que no estaba emocionalmente preparada.
Pero el lugar, el motivo, las personas y el Espíritu, sin duda ayudaron a sintonizar. Fueron días de encuentro muy gratificantes, con mucho trabajo y oración.
Tuvimos una experiencia de inmersión, visitando el barrio Quilmes, la obra de Hogar de Cristo. Allí compartimos con los jóvenes una eucaristía festiva, nos contaron sus testimonios y compartimos la fragilidad humana que nos atraviesa a todos/as.
Al pasar los días, fuimos interiorizando los dones, clamores, fragilidades y horizontes de la CVX en los distintos países de América Latina. Lo que se fue sintetizando y profundizando, no respondía ya a una Comunidad Particular o Nacional, sino a la Región entera, con sus diversidades.
Luego de mucho avance, tocaba discernir las prioridades para el CENAL. Cuando estábamos terminando, contemplé el momento y me pregunté: ¿Qué hubiese votado Armando? Me respondieron rápidamente: “Él hubiese dicho que es la comunidad laical quien debía decidir”. Totalmente cierto. Y así fue, miembros de CVX discernimos como una única Comunidad Laica Apostólica e Ignaciana.
No cabe duda que solo se experimenta la CVX saliendo de la comunidad particular, yendo al encuentro del otro, encontrándonos con un Dios encarnado.
Solo me resta agradecer por todas aquellas compartidas y abrazos; por todos los cinco panes y dos pescados que cada uno/a llevó. No tengo dudas que el amor y la espiritualidad ignaciana volverá a cruzar nuestros caminos.
Valentina Grasso (Manere)
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