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Tiempo compartido con CVX en República Dominicana

Entre el 3 y el 9 de abril de este año tuve la gracia de compartir la vida con la CVX en República Dominicana (RD). La CVX en RD surgió en 2001 y actualmente está integrada por 115 personas, en 9 comunidades pequeñas, en dos regiones, Santo Domingo y Santiago de los Caballeros. Fui invitado por el CEN de esa Comunidad Nacional (CN) para colaborar en el desarrollo de la XXII Asamblea Nacional (AN) y el Encuentro Anual de Comunidades que se realizaría los días 5 (de modo virtual) y 6 (presencial) de abril de 2024.


El lema propuesto para esta ocasión fue: “Somos Amor y Esperanza, somos CVX”. En el tiempo previo tuvimos una rica la comunicación en vistas a la AN y también sirvió para ir enriqueciendo la agenda de los días a compartir, de manera de poder participar de otros espacios y experiencias con comunidades o cevequianos.


En el documento final de la Asamblea Mundial CVX celebrada en Amiens (2023), se expresa que “Sentimos una fuerte confirmación de nuestra vocación como Una Comunidad Laica, Ignaciana y Apostólica”. Lo vivido en RD fue para mí una nueva experiencia de ser UNA Comunidad. No importa en qué parte del mundo sea, la CVX es UNA comunidad, con una forma particular de ser y estar en la Iglesia y en el mundo. Y allí me sentí parte de esa comunidad.


Tuve el privilegio y la alegría de experimentarlo, compartiendo preguntas y desafíos, e intentando colaborar en la búsqueda de cómo encarnar en esa realidad concreta los caminos para la esperanza. Compartimos las mismas búsquedas, solo que realizadas por distintas personas y en diferentes contextos, pero que, en todos los casos, nos sentimos y sabemos parte de una misma comunidad.


Las experiencias vividas fueron variadas. Compartimos una reunión con el CEN de CVX en RD para intercambiar nuestras experiencias y percepciones para encarnar de manera profunda nuestra identidad comunitaria y los desafíos que desde el Espíritu nos plantea la pasada Asamblea Mundial de Amiens.


Compartí con ellos la AN, lo que fue una experiencia muy rica y desafiante para poder “facilitar” su proceso, siendo respetuoso a sus tiempos y a la vez, motivando para los desafíos que se nos plantean como comunidad.


Tuve la posibilidad de compartir una reunión con una comunidad que está embarcada en una búsqueda particular de servicio a la CN, con foco en el crecimiento de la CN, en particular invitando a jóvenes a la CVX en Santo Domingo. Y esa búsqueda en medio de historias personales, con sus claridades y con sus incertidumbres… con una fe muy honda. En este marco y con una de sus integrantes tuvimos oportunidad para visitar dos colegios en los cuales compartir lo que es la CVX, con adolescentes y jóvenes, buscando también colaborar en el proceso de poder acercar la CVX a los jóvenes, docentes y familias. Un camino que ya se está dibujando en la CVX de Santo Domingo.


En esos días tuve también la posibilidad de compartir la vida cotidiana con Milagros y Antonio, quienes no solo me alojaron en su casa, sino que también me hicieron sentir como en casa, propiciando el encuentro, donde las historias personales, de fe y comunitarias, se entrelazaron de manera muy sencilla y profunda.


Además de todo esto, se las ingeniaron para compartir un hermoso día de playa en el Caribe con cevequianos y su familia; de acompañarme a pasear por el casco histórico de Santo Domingo (primer asentamiento estable español en América); también un encuentro gratuito y de mucha alegría con la comunidad CVX de Santo Domingo con lo que cerramos así mi estadía en RD.


Ya de vuelta en Montevideo, veo que traje conmigo sus desafíos (el continuar creciendo en cantidad, en profundidad y en identidad; el compartir la isla con un país como Haití con su realidad social y política de un grado de crisis muy honda y la pregunta que eso les plantea como CVX desde el punto de vista apostólico; la pregunta sobre la posibilidad de crecer en un discernimiento apostólico compartido, con el posible horizonte de asumir alguna obra apostólica; la pregunta sobre los compromisos, temporales y permanentes…). Me expresé correctamente cundo afirmé que “traje conmigo”. A la distancia puedo acompañar y apoyar con la oración; a la vez que en estos tiempos podemos encontrar medios tecnológicos que nos ayuden a acercarnos y compartir búsquedas, las preguntas, las experiencias, los aprendizajes…


Traigo conmigo en el corazón la riqueza en la expresión de la fe, de una manera espontánea y muy alegre, en una cultura abierta a la experiencia religiosa y a su expresión…


Cuando en cada eucaristía escucho la oración “por la Iglesia esparcida por toda la tierra”, ahora puedo agregar nuevos rostros e historias, con sus alegrías y desafíos, y me gustaría invitarlos a todos y todas las integrantes de CVX en Uruguay a asomarse con ilusión a este misterio de ser UNA única Comunidad Mundial.


Gabriel Fernández

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